Seis profesionales aragonesas vinculadas a la internacionalización explicaron este martes cómo es su día a día y cómo han conquistado mercados internacionales gracias a unos valores que todas comparten: estrategia empresarial, formación continua, trabajo en equipo, perseverancia y capacidad de adaptación antes las adversidades. Su ‘know how’ y sus experiencias vitales y profesionales fueron muy bien recibidas por el más de medio centenar de asistentes que asistieron a la jornada “Retos de la internacionalización de empresas y exportación: la perspectiva de las mujeres directivas”. La cita, celebrada este martes en el salón de actos de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Zaragoza, estaba organizada por la Cátedra Desarrollo Directivo Femenino -impulsada por la Universidad de Zaragoza y el Gobierno de Aragón- y el Máster en Gestión Internacional y Comercio Exterior, con la colaboración de Directivas de Aragón.
La jornada contó con las intervenciones de Carmen Urbano, directora general de Promoción e Innovación Agroalimentaria del Departamento de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente del Gobierno de Aragón; Yolanda Díaz, directora gerente de Bodegas San Alejandro; Clara Arpa, CEO de Arpa EMC; Menchu Guerrero, directora de Orchard Fruit, y Valle García de Novales, socia directora de A\V Asesores. Roser Mestre, responsable del Sector Agroalimentario en Aragón Exterior, fue la encargada de presentar a las ponentes y de moderar la mesa redonda.
«Trabajan en sectores distintos, pero todas estas directivas comparten cuatro valores: organización, pasión, talento y determinación. No hay nada más potente que una persona alineada con sus objetivos», apuntó Roser Mestre en la apertura de la jornada. Cada una de las intervenciones del resto de ponentes así lo constataron.
Carmen Urbano: internacionalización como seña de identidad, herramientas digitales y colaboración público-privada
La primera directiva en tomar la palabra fue Carmen Urbano, que lidera la promoción e innovación agroalimentaria del Gobierno de Aragón desde el pasado mes de octubre. Este cargo de responsabilidad pública ha llegado tras muchos años de experiencia profesional siempre vinculada a la internacionalización y al comercio exterior en el sector privado. «En 12 años como export manager de diversas empresas industriales he estado en más de 50 países. Es cierto que el sector industrial es un mundo generalmente muy masculino, pero nunca me han hecho de menos por ser mujer y he tenido la suerte de contar con líderes que me han acompañado y me han dejado trabajar. No olvidemos que la internacionalización la hacemos las personas», señaló Urbano.
«Siempre he sido una persona de equipo y mi éxito siempre ha sido el de los demás. Veo la internacionalización como una responsabilidad e intento transmitir esa educación multicultural a mi entorno», apuntó. Y es que la experiencia internacional de Urbano va mucho más allá del concepto ‘exportar’: «Mientras las empresas grandes tienen muchos recursos, las pymes deben espabilarse mucho más. Así descubrí el potencial que ofrece Internet y me especialicé en herramientas digitales, las cuales permiten diferenciarte frente al resto».
«He llegado a una dirección general del Gobierno de Aragón tras muchos años de experiencia, pero siempre con una línea argumental clara: la internacionalización. Pero esa apuesta puede ser muy diversa e influyen muchos conceptos: internacionalización, sí, pero también internacionalización inversa, mercados electrónicos, tecnología, multicanalidad…», señaló Urbano, quien también animó a los universitarios a ser emprendedores impulsando todo tipo de proyectos.
Su nueva etapa como gestora pública la ha asumido «con mucho respeto». «En la Administración también existe estrategia, líneas de actuación, KPIs… como en cualquier empresa», apuntó Carmen Urbano, quien también destacó que entre sus objetivos está «demostrar que podemos trabajar juntos el sector público con el privado, que podemos y debemos apostar por la unión y la cooperación».
Yolanda Díaz: compromiso, formación, visión y perseverancia
Bodegas San Alejandro suma más de 60 años de historia, aúna el trabajo de 150 viticultores y exporta el 85% de los cuatro millones de botellas de vino que produce. Su gerente, Yolanda Díaz, llegó al sector del vino «por casualidad»: «Ni mi familia son viticultores ni el vino corre por mis venas, fue una cuestión del destino». Lleva 23 años trabajando en la bodega: los cinco primeros para montar el Departamento de Exportación y los últimos 18 como gerente.
Díaz recordó sus inicios: estudió Administración y Dirección de Empresas, pero también se formó en otros países como Francia, Reino Unido o Estados Unidos. Cuando volvió a España para hacer un master, Bodegas San Alejandro le contactó para crear un departamento de exportación. «Tenía idiomas pero no había cursado estudios específicos de internacionalización. Empecé a trabajar y me gustó mucho el sector». La bodega le ofreció quedarse, pero decidió que quería prepararse. «Formarse es muy importante y, a día de hoy, lo sigo haciendo. Los idiomas lo son, pero también el resto de conocimientos».
Díaz recordó que, cuando empezó, «La empresa era muy pequeña, con pocos recursos. Es un régimen cooperativista, por lo que hay que poner de acuerdo a mucha gente y era un mundo muy masculino. Pero nunca me han tratado diferente y siempre he tenido las mismas oportunidades. Cuando tienes un reto, con actitud todo se supera. Y he podido rodearme de gente con talento, lo cual es fundamental.».
«El mercado doméstico era complicado, por lo que vimos que la internacionalización y la innovación iban a ser nuestra salvación si sabíamos gestionarla. Siempre tuvimos un espíritu de exportación, por lo que apostamos por preparamos para ello y diversificamos nuestro porfolio «porque hay que intentar prever las cosas antes de que pasen». Respecto a la innovación, pusimos en valor cuestiones como el viñedo viejo, nuevos formatos… que nos permitieron crecer en el mercado.
Díaz recordó varias anécdotas que ha vivido durante todos estos años, las cuales también son «aprendizajes», como cuando estuvo dos años luchando para que Noruega -donde el consumo de alcohol está controlado por un monopolio gubernamental- reconociese a la DO Calatayud como zona productora y, en consecuencia, pudieran presentar ofertas a este país. No solo lo lograron, sino que el vino más vendido del mundo es Marqués de Nombrevilla. En otras ocasiones, la fortuna llega de manera inesperada: en Japón vendían testimonialmente hasta que uno de sus vinos, Evodia, apareció en el manga (cómic) más importante del país. «Japón pasó de representar ni el 1% de nuestra cartera al 12%».
Clara Arpa: compromiso, iniciativa y capacidad de lucha
Clara Arpa está al frente de Arpa-EMC, empresa con 50 años de vida que se dedica al diseño y fabricación de diverso material para la logística militar y civil como hospitales de campaña, tratamiento de las aguas o energías renovables. «La empresa tenía la internacionalización en sus genes, pero Clara Arpa la ha llevado a límites impensables», apuntó Roser Mestre.
Recién llegada del Women Economic Forum celebrado en Egipto, Arpa recordó que su empresa familiar estaba internacionalizada ya desde el principio. «El primer año mi padre se fue a Cuba y vendió. La empresa fue creciendo según se fue vendiendo fuera y, en estos 52 años, ha habido momentos buenos, malos y malísimos. Nunca buenísimos», bromeó.
En un principio parecía no estar predestinada a acabar dirigiendo la empresa: «No se me esperaba en la empresa. Siempre he tenido un carácter bastante activo e independiente y empecé a trabajar fuera de la empresa familiar. Como la vida nunca sabes dónde te va a llevar, tuve que volver y trabajar en ella. Pensaba que no iba a encajar con mis hermanos y así fue porque me costaba implantar mucho todo lo que aportaba. Desde el principio comencé en el departamento de internacional, pero me fui y monté mi propia empresa. Y a los años tuve que volver, pero ya con una seguridad y firmeza que no había tenido anteriormente». Desde hace tres años ya es la única titular de la empresa tras adquirir el resto de participaciones a sus hermanos.
«Soy una mujer en un mundo (el de la Defensa) de hombres. Jamás me he encontrado una mujer al otro lado de la mesa pero también es cierto que jamás he tenido un problema. En internacionalización tenemos una ventaja: somos europeas, españolas, y marcamos la diferencia. Con nosotras no tienen la misma consideración que las mujeres de otros países. Pero cuando estás trabajando y demuestras que sabes de qué estas hablando, los estereotipos vuelan», aseguró.
«Hay unas 50.000 empresas que exportan regularmente y la mayoría somos pymes, que exportamos y mucho. Hay que quitarse esa etiqueta de que solo lo pueden hacer las grandes. Sí es cierto que no tenemos tantos recursos por lo que, cada vez que disparamos, más vale que acertemos», afirmó Arpa. La responsable de Arpa-EMC también apuntó que estamos en un cambio de época en el que se demanda más la transferencia tecnológica y «tener integración en el territorio».
Arpa también abogó por la colaboración entre empresas: «Podemos hacer alianzas para dar soluciones a retos y desafíos. De ser una empresa que trabajaba para Defensa a hacer proyectos de saneamiento o soluciones para el porcino hemos tenido que cambiar mucho la mentalidad», recordó.
La directiva, que también es representante española en la junta directiva del Pacto Mundial de la ONU, también hizo un alegato en defensa de la sostenibilidad y los ODS. Y como ejemplo de resistencia y de no darse nunca por vencido, recordó cómo negociaron un contrato con República Dominicana en el año 1999 para hacer unos cuarteles y, tras varios cambios de gobierno y vuelta a empezar, el primer pago lo recibieron en el 2010.
Menchu Guerrero: calidad, servicio y enfoque al cliente
Creada en 1997, Orchard Fruit Company es una empresa familiar que, desde La Almunia de Doña Godina, cultiva, produce y comercializa frutas en mercados tan lejanos como el Sudeste Asiático, Sudáfrica o Reino Unido. El 85% de su producción va a los mercados exteriores. «Juegan en la ‘Champions League’ de la fruta», resumió Roser Mestre, responsable del Sector Agroalimentario en Aragón Exterior.
Menchu Guerrero, su directora, se licenció en física nuclear. ¿Y cómo llegó a la gestión de una empresa de fruta completamente volcada en la internacionalización? «Cuando terminé de estudiar me fui un año al extranjero. Mis padres me dieron una educación muy enfocada a los idiomas y estos te abren muchas puertas, no solo para poder comunicarte, sino sobre todo para entender esos países con los que vas a entrar en contacto». Como no quería vivir permanentemente en el extranjero, tuvo la oportunidad de poder entrar en el proyecto familiar y empezar de cero. «Mi padre tenía un bagaje muy industrial y mentalidad alemana, pero con una filosofía muy clara destinada a la internacionalización y al servicio. Esos fueron los pilares de la transición a una industria diferente: daba igual tornillos que zapatillas que manzanas, pero sí eran innegociables la calidad, el servicio y el enfoque al cliente».
«Empezamos construyendo una empresa familiar a imagen y semejanza de lo que nuestros clientes querían. Reino Unido representaba un mercado muy interesante y muy exigente y teníamos claro que si llegamos a conquistarlo, el resto sería más sencillo». «En internacionalización hay que tener gran capacidad de adaptación a cualquier situación coyuntural, cultural, de país… No hay que vender lo que quieres sino darle al cliente lo que quiere. Ahí está el éxito de nuestra internacionalización», apuntó Guerrero, quien también defendió que es necesaria mucha formación y de manera continua.
La responsable de Orchard Fruit también es un vivo ejemplo de tenacidad: impulsó la unión de los productores de cereza, que no estaban asociados, y tras años de trabajo y colaboración lograron que el Ministerio les abriera el mercado de Tailandia el año pasado. Su filosofía la resumió en una frase tan breve como contundente: «Se puede, y como se puede, vamos a hacerlo».
Guerrero también recordó que en los mercados internacionales es muy necesaria la actitud porque «en la adversidad está la oportunidad». «Antes del brexit, Reino Unido era el 65% de nuestro negocio y lo sigue siendo. Hemos cambiado la estrategia de negocio para poder mantener el estatus. Cada uno debe encontrar las vías que te permitan seguir tu camino», añadió.
Valle García de Novales: un proyecto personal y vital sin fronteras
Impulsora de la asesoría y consultoría en comercio exterior A\V Asesores junto a su socia Ana Herández, Valle García de Novales recordó que estudió Derecho sin vocación alguna: «Soy hija de un farmacéutico de Sevilla y pensaba que iba a hacer farmacia, pero siempre he sido muy inquieta. La carrera me sirvió para descartar lo que no quería hacer: oposiciones, abogada de tribunales, derecho del trabajo…». Tras formarse en el Instituto de Empresa, acabó en el mundo de la empresa para ayudar a las empresas «a encontrar soluciones en los mercados internacionales».
Tras especializarse en asesoría jurídica internacional de empresas, entró a trabajar en un despacho familiar de abogados de Madrid cuyo impulsor trajo a Europa las filiales de muchas empresas norteamericanas. De un despacho grande se vino a Zaragoza por cuestiones personales y, al trabajar con empresas no tan grandes, se percató de que hasta entonces no había tenido el feedback real de sus clientes cuando les realizaba un trabajo. La oportunidad de conocer tantos ámbitos y empresas diferentes, trabajar en múltiples proyectos de varios sectores, le permitieron convertirse en, como ella misma se define, «una solucionadora de problemas»: «Con el tiempo valoré que te conviertes en una pieza imprescindible del proyecto internacional de una empresa. Conoces el antes, el durante y el después». «Quería trabajar por cuenta ajena y creé el despacho con mi socia. Los inicios no fueron fáciles, pero ahora puedo elegir qué trabajos quiero hacer y descartar los que no. Eso sí, tengo que estudiar todos los días», recordó aludiendo de nuevo a la formación continua que conllevan los mercados internacionales.
Valle García de Novales insistió en que los negocios «los hacemos las personas». «Ante problemas que parecen insalvables, coges un avión, hablas de lo que sea y creas una relación personal que ninguna máquina va a poder reemplazar. Eso se llama empatía», apuntó antes de dar otro consejo: «Haced lo que os guste y apasione».